Ha habido presiones desde el Vaticano para que esta información no salga a la luz. Advertimos que el siguiente contenido puede herir sensibilidades. Tómate un valium, no te levantes del asiento ni saques los brazos por la ventanilla. Disfruta de la atracción.
CAPÍTULO 5
Para Jesús era muy duro ver cómo
perdía popularidad frente a la aparición de otros súper-héroes mucho más
fuertes, como Superman o Thor.
―¿Superman? ―Dijo a San Juan―
¿Quién ese? ¿Qué puede hacer?
―Pues tiene super-fuerza… Y puede
volar. ―Respondió.
―Pfff… JAJAJAJA. Ridículo. Cuando
pueda curar leprosos que me llame…
―Pero Jesús… Tú no curas nunca a
ningún leproso… ―Objetó San Juan.
―Porque no me apetece… ¡Pero sé
hacerlo!
―Anda, calla y sigue pelando cobre…
Verás cuánto nos dan por todo esto… ―Sonrió San Juan, frotándose las manos
llenas de mierda.
―Creo que deberíamos parar ya…
Hemos dejado a media ciudad sin electricidad… ―Dudó Jesús.
―¿Electricidad? ¿Qué es eso? Creo
que todavía no se ha inventado…
―¿Entonces por qué estamos robando
cobre de una farola? ―Inquirió Jesús.
―¿Eh?
Después de quemar a San Juan, Jesús
se dirigió a los 100 montaditos, que había oferta, donde le atendió su camarero
preferido, Jordi Hurtado.
―¿Lo de siempre, no, Jesusín?
―Sí, por favor…
―Vale, ¿y qué era lo de siempre? Es
que no te conozco de nada, acabo de empezar a trabajar aquí ―Contestó Jordi
mientras limpiaba una mandarina con saliva― He sabido tu nombre por el pin que
llevas de “Jesusín te hama”.
―RT si yoraste con el giro
inesperado.