La Adolescencia de Jesús: CAPÍTULO 1

Ha habido presiones desde el Vaticano para que esta información no salga a la luz. Advertimos que el siguiente contenido puede herir sensibilidades. Tómate un valium, no te levantes del asiento ni saques los brazos por la ventanilla. Disfruta de la atracción.

CAPÍTULO 1

Muchas veces se ha contado la historia del nacimiento de Jesús y la de sus andadas como adulto, hasta su muerte. Pero en la época de su adolescencia hay un enorme hueco en negro que vamos a rellenar porque nos sale de los cojones.

Jesús “el Barbas”, como le conocían en su panda, era una persona bastante inestable, ya que igual te bendecía una loncha de chóped de Cáceres que se ponía a mear leprosos para “curarles”. Pero remontémonos tiempo atrás, al principio de los tiempos. Jesusín, como le llamaba su madre al nacer, se crió sin padre, ya que José no se tragó el rollo del Espíritu Santo y abandonó a su mujer en medio de un pesebre.

            ―¡¡Me cago en la puta paloma!! ―Fueron sus últimas y devastadoras palabras antes de irse a por tabaco.

            Durante su infancia, Jesús estuvo yendo a la escuela monoteísta de la Duquesa de Alba, que ya vivía por esos tiempos.

            «Te hago un trabajito si me haces los deberes» Ponía en una notita que le lanzó su compañera María Magdalena Dulcesol durante la clase.

            ―Los Mesías no hacemos deberes. ―Susurró Jesús a Magdalena Dulcesol.

            ―Pero con San Juan bien que juegas al CandyCrash ―Le respondió.

            ―¡Eso no es verdad! Con San Juan ya no juego a nada… Que bautice a su madre…

            ―¡Jesús! ¡Castigado por hablar en clase! ―Le gritó la Duquesa― Ahora vete a esa esquina, coge estos libros y ponte los brazos en cruz.

―¡Pero Duquesa, esto es el Corán! ―Se quejó.


―¡Ni Corán, ni corón! ¡Al rincón de pensar! Algún día me agradecerás la práctica que cogerás para estar con los brazos en cruz…

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