Hace ya cuatro años que comenzó la crisis económica (2008),
o como también se la llama, ‘La Gran Recesión’. España ha pasado por muchas
crisis, pero ninguna se ha enfrentado a los factores que caracterizan a ésta.
La crisis económica se ha convertido en una crisis de valores. Mientras los
políticos se limitan a aguantar unos cimientos que están cayéndose
continuamente, nadie piensa que, igual lo que necesitamos son unos cimientos
nuevos. Unos cimientos que nos vuelvan a unir a todos, como en la época de la
transición. En su momento se hizo bien, pero la base del sistema ya ha
caducado, y ha aguantado perfectamente sus treinta años, pero ya está acabada.
Además de las consecuencias económicas, esta crisis ha
propiciado que todo se ponga en duda. ¿Quién puede tener confianza en los
políticos? Pero no sólo esa, todas las instituciones públicas están en
entredicho: Monarquía, Sindicatos, Tribunales, Autonomías, Iglesia, televisión
pública… Por no hablar de los bancos. ¿Hasta cuándo vamos a seguir con esta
sociedad en la que no hay confianza? España está rota. Nuestros cimientos están
derrumbándose, y hay que construir unos nuevos, encontrar algo que nos pueda
volver a unir, gente en la que poder confiar, políticos que cumplan, banqueros
a los que confiar tu dinero, sindicatos con el objetivo de ayudar y no
recaudar, una televisión pública objetiva…
Parece todo tan utópico… Pero no hay más que mirar otros
países, donde los políticos cumplen, y van ahí para servir al pueblo, no para
enriquecerse. Por otro lado, está la Monarquía Española que, por favor, abrid los ojos. Está acabada. El Rey tuvo un
gran papel importante de la transición, pero ahora le toca bajarse del
escenario, y dar paso a un nuevo concepto de país en el que a todos nos una la
misma causa: La verdadera democracia.