CAPÍTULO 20: ESPECIAL HALLOWEEN
Nuestros
tres protagonistas se encontraban en pleno enfrentamiento contra el Emperador
Palpatine Benedictini XVI.
― ¡Se acabó! ―Aldo había
aprovechado el momento de distracción producido por la muerte del Inspector
Gadget para arrancar el cetro mágico del Emperador de su sitio ― ¡Ahora me
obedecerás! ¡O te lo meto por el culo! Y ya sabes lo que opina Dios de los
homosexuales…
―Estúpido
insolente, no necesito la magia de ese cetro para vencerte…
―Mi
señor… ―Se dirigió a él un súbdito ―Me temo que sí lo necesita…
― ¡Mierda!
―Exclamó el Emperador ―Pues nada, habrá que poner una denuncia de robo y hacer
un parte a la empresa de seguros, a ver si me cubre el cetro…
―Fin
del juego, puto viejo… Has perdido ―Le espetó Aldo.
― ¡Pues
de oca a oca y tiro porque me toca! ―Comenzó a perder el juicio el anciano. De
repente, por primera vez en esta historia, una brizna de sentido común entró
por la ventana y chocó contra el Emperador Palpatine Benedictini XVI, destruyendo
por completo su existencia, ya que por las reglas contemporáneas del sentido
común, un Papa nunca tendría tanto poder, por lo que el sentido común acabó con
el líder de la iglesia. Y no es éste el final. Cuando parecía que se había
acabado el capítulo, el cuerpo inerte de Gadget gritó:
― ¡Adelante
gadgeto-resurrección! ―Y el Inspector volvió a la vida. No obstante, cuando se
quiso dar cuenta, los niños ya habían emprendido la marcha sin él.
Huían
despavoridos hacia el bosque para esconderse de los soldados que les buscaban
por el asesinato del Emperador. El Inspector Gadget les seguía como podía.
―Este
hueco es perfecto ―Señaló Mario Bolsón, dirigiéndose a un agujero en la tierra.
―Aquí
no cabemos… ―Le recriminó Leia.
―No, si
mi intención no es escondernos ―Dijo, mientras se agachaba y se bajaba los
pantalones ―Me llevaba cagando desde el castillo del Emperador, un poco más y
me lo hago encima… ¿Qué se sentirá? ―Se preguntó, dubitativo.
De
repente, un lobo que andaba sobre dos
patas se acercó corriendo hacia ellos y se metió en el agujero.
―¿¡Pero
qué coj…?! ―Exclamó el lobo al percatarse de estar lleno de MIERDA. Se dirigió
a los chicos mientras se la limpiaba con la lengua ―¿No habéis visto a una
chica con una caperuza roja?
―No…
¿por?
―¿Conocéis
la historia de Caperucita Roja? ―Les preguntó el lobo, estremeciéndose al
pronunciar su nombre.
―¿La de
una humilde muchacha que es comida por un lobo? ―Dijo Leia Granger, tan
asquerosamente repipi como siempre.
―Tened
mucho cuidado… Merodea por estos bosques buscándome… ―Sonó un trueno en la
oscuridad del bosque ―Desde que se tiñó el pelo de rojo no es la misma… ―Les
advirtió, asustado, mirando a su alrededor ―Ahora es ella la que quiere
comerme… ¡Está irreconocible! ―Huyó corriendo al escuchar unas pisadas en la
oscuridad. Nuestros muchachos se quedaron solos en la penumbra de aquel
siniestro bosque. En ese mismo instante, apareció ante ellos una figura enorme,
con el pelo rojo, y unos labios como dos chorizos, y con su grave voz:
―Venid
aquí, que os voy a comer de arriba abajo… ― Les espetó Caperucita de Mairena a
los chicos mientras éstos huían como dos locas, con más miedo que en toda su
puta vida.