CAPITULO 17
Nuestros tres protagonistas se
encontraban en los calabozos alemanes, sabiendo que Aguirre había huido
despavorida, y que Merkel volvía a hacer de las suyas. Lo normal sería que el
vigilante de los calabozos fuera un hombre barrigudo que se tira todo el día
durmiendo con las llaves al alcance de los presos… Es muy típico eso en las
películas, pero no era el caso de nuestros protagonistas. El vigilante era un tío
que parecía una estatua de lo tieso que estaba.
―Oye, llevo tiempo
sospechándolo… ―Comentó Aldo ― ¿El
vigilante no es una estatua? ―Sí que lo era, me confirman mis rigurosas fuentes
en este mismo instante. Aldo se emocionó.
―Muy inteligente por tu parte ―Le
espetó Leia ― ¿El hecho de que sea una estatua nos va a sacar de aquí?
―No lo hará, pero sí nos facilitará
un poco las cosas ―Dijo un desconocido recién aparecido.
― ¿Usted quién es? ―Preguntó
Leia.
―Soy el inigualable, inimitable,
insondable… ¡Soy el mismísimo…!
―El Inspector Gadget ―Le cortó
Aldo ― Es el puto inspector Gadget.
―Así es, muchacho… Vengo de parte
de un viejo amigo vuestro, Florentinus Hagrid, que sigue por ahí, ejerciendo de
‘hombre del saco’. ¡Vengo a sacaros de aquí, porque sois los elegidos!
―Cacahuete ―Soltó Mario Bolsón.
― ¿Te ocurre algo, joven? ―Le
preguntó Gadget.
―Llevaba demasiado tiempo sin
hablar y he dicho lo primero que se me ha venido a la cabeza.
― ¿Es porque te apetece comer
cacahuetes? ―Comenzó Gadget ―Porque en ese caso yo podría...
―No ―Le cortó Mario ―Es porque la
tienes como un cacahuete ―El Inspector Gadget miró hacia abajo y comprobó que
no llevaba calzoncillos.
― ¡Adelante gadgeto-calzoncillos!
―Y flop, unos calzoncillos con
dibujos de Hanna Montana se le colocaron en un segundo ― ¡Perfecto!
―Bueno, ¿y cómo piensa sacarnos? ―Le cuestionó Leia.
―¡¿Qué cómo piensa sacarnos?!
―Exclamó Aldo indignado ―Leia, por favor… ¡Es el jodido Inspector Gadget! ¡Es
un inútil! ¿O es que no veías la serie? ¡Estamos perdidos! ¡Si seguro que hasta
necesita una ‘gadgeto-polla’ para hacerlo! Y aun así, seguro que falla…
― ¡Adelanto gadgeto-colleja! ―Y plas, una sonora colleja fue a parar a
la nuca de Aldo ―Los niños de hoy en día no respetáis nada… Si te sigues
portando mal, preparo el gadgeto-lanzamiento de zapatilla, así que ándate con
ojo, ¿eh?