EL CUENTO DEL FIN DEL MUNDO: CAP 10


CAP 10
Los tres se encontraban en una sala circular. La misma a la que Aldo había ido a parar un tiempo atrás. Era una locura estar allí, así que se escondieron. Estuvieron recorriendo aquellos pasadizos durante un largo rato. Finalmente llegaron hasta una sala vacía, con una mesa rectangular. En la pared principal, había un grabado que rezaba: “Internado Laguna Negra”, con un símbolo nazi debajo.
―Así que es aquí donde se realizan las reuniones de Aguirre… ―Dijo Leia, mientras investigaba aquel lugar ―Pero parece que hace tiempo que no viene nadie por aquí…
―Mirad las sillas ―Dijo Aldo ―Están inscritos los nombres de sus ocupantes… Aguirre, Sofía, Fraga, Merkel, Berlusconi, Benedicto… ―Se llevó una mano a la boca al ver el nombre de la silla principal  ―Y… ¡Adolfo! ¡Adolfo Hitler! ¡El Señor Oscuro!
―Entonces, siempre que se reunían en España, lo hacían en este lugar… ―Mario Bolsón estaba lamiendo la pared. Leia le metió una colleja.
―¿Se puede saber qué haces con tu vida? ―Le cuestionó Leia.
―¿No lo notáis? Las paredes están hechas de un material especial… ―Explicó Mario ―¡Kriptonita!
―Y yo sólo conozco a una persona capaz de cagar kriptonita ―Dedujo Aldo ―¡Doraemon! Tiene que estar por aquí cerca entonces…
―¡Busquémosle! ―Ordenó Leia.
Alguien entró en la sala. Les habían pillado. Un hombre alto, de espaldas anchas, con un traje negro y gafas de Sol, les cogió, y les encarceló en una mazmorra que olía a vómito. El capturador, aprovechó un pequeño descanso para ir a hacer la compra al Mercadona, que hacía mucho que no la hacía.
Pero en aquella celda no estaban solos. Había otros dos seres. El primero, una especie de gnomo gigante y deforme, que no paraba de vomitar (de ahí el olor). El segundo, una criatura con la misma silueta de un muñeco de nieve, pero de color azul… ¡Doraemon!
―¡Es él! ―Leia corrió a abrazarle ―¡Doraemon!
―¡Quita, fea! ―Gruñó Doraemon.
Estaba muy desmejorado. Tenía ojeras, los bigotes arrugados, los dientes podridos…
―Hemos venido a sacarte de aquí ―Le dijo Aldo.
―No se puede salir de aquí, llevo años encerrado… ¡aguantando al monstruo éste, que no sabe hacer otra cosa que vomitar! ―Aquel ser emitió un gemido. Según fuentes, era lo más parecido a llorar que podía hacer.
―¡Tengo tu bolsillo mágico, Doraemon! ―Le anunció Leia ―Mary Pompis, la mujer que te lo robó y lo metió en su bolso, fue mi niñera hace un tiempo, y se lo robé a ella.
―Oh, ¡gracias, joven! ¿Me dices tu nombre?
―Leia, Leia Granger.
―Eulalia Granjera, ―La llamó Doraemon ―¡Ha llegado el momento de salir de aquí!