CAPITULO 7
Estúpidus Lockhart. Ese era el
hombre que sería el encargado de velar por su seguridad. Estaban perdidos.
―¿Qué hacemos ahora? ―Preguntó
Aldo.
―¿Qué os parece si vamos a comer
a un McDonald’s? ―Propuso Mario Bolsón ―Siempre he querido ir a uno en EEUU…
¿Será diferente? ―Leia le pegó una colleja.
―¿Eres tonto? Bueno, no sé ni
para qué pregunto… A ver lo primero que tenemos que hacer es deshacernos de
este gilipollas ―Dijo, señalando al Señor Lockhart ―Y pedir consejo.
―¿Consejo? ¿Pero a quién?
―Preguntó Aldo. Leia le metió una colleja. ―¡¡QUIERES PARAR DE METERNOS
COLLEJAS!! ¡¡ESTOY HASTA LA POLLA DE TI!! ¡Lockhart! ¡Cógela! ¡Es una espía!
―¡Noo! ―Gritó Leia.
―Oooh, sí ―Contestó Lockhart.
―¡Petrificus piernus! ―Leia
hechizó a Lockhart para que no pudiera mover las piernas ―Bueno, como iba
diciendo ―Continuó como si no hubiera pasado nada ―Tenemos que pedir consejo a
la abuela Sauce.
Dejaron atrás al inútil de
Lockhart, y fueron de camino al bosque prohíbido, donde se encontraba la abuela
Sauce.
―Abuela Sauce, necesitamos tu
consejo ―Comenzó Leia, dirigiéndose a la mujer.
―Abre el corazón… ―Comenzó la
vieja.
―Y lo entenderás, sí… Eso ya nos
lo sabemos abuela ―La mujer se acercó a ellos. Aldo entendió porque le llamaban
sauce: Tenía tantas arrugas como el tronco de un árbol y hongos y setas por
todo el cuerpo.
―Qué puto asco ―Soltó Mario
Bolsón.
―Porque no me has visto desnuda,
que si no… ―Dijo la abuela.
―Aggg
―A ver, vieja, ¿nos quieres dar
un consejo? ―Leia se puso seria ―¿Qué debemos hacer?
―Río abajo lo vereéis
―¡No empieces con las
cancioncitas, queremos algo tangente! ―Sentenció Leia.
―¿Tangente? ¿Sabes qué es tangente?
Los colores. Los colores en el viento, descubrir…
―Vamos, no me jodas ―Dijo Aldo.
―Puta loca― Dijo Mario Bolsón
―Anda, vámonos de aquí.
―¡No! ―Gritó la abuela Sauce―
Esperad. Que estoy muy solita… Había pensado que… Igual podríais… Da igual, es
una locura.
―¿El qué?
―¿Me podéis pasar el whatsapp del
Sauce Boxeador?