CAPITULO 6
―¿Y se puede saber qué puede aportar este hombre
a nuestra investigación? ―Dijo Patricia McCondegall mirando al Burbuja.
―Le han
manipulado el cerebro y se comporta como un niño pequeño. ―Dijo Obama ‘El Gris’
―Pero antes era un hombre inteligente, que estaba trabajando obligado para
Merkel. ―Todos volvieron a mirar al Burbuja.
―Está
ha-haciendo una po-po-poción para resucitar al Se-se-señor Oscuroo ―Fueron sus
primeras palabras ―Pe-pero necesita el anilloo ―Se giró hacia Obama ―Lo
gu-guardas tú.
―Eso ya
lo sé ―Dijo Obama ― Dime algo que no sepa.
―E-eso
es to-to-to, amigos! ―Concluyó Burbuja. Flo soltó una carcajada papanoelesca, porque le recordó a su
ídolo infantil, Porki, el cerdito de los LooneyToons.
―¿Eso
es todo? ―Obama se enfadó ―¡Vamos, no me jodas! ¡He arriesgado la vida de mis
hombres, para nada!
―Pero
ahora so-soy li-libre.
―Joder,
es verdad. ¡Cogedle! ―Unos guardias redujeron a Burbuja en cuestión de segundos
― Y encerradle, ¡por motivado!
La reunión concluyó, y Patricia
McCondegall se dirigió hacia Francia para hablar con Asterix, otro de los
aliados, sobre el contenido de la reunión. Fidelius Castro también se fue, a
dirigir sus tropas a la protección del anillo. Felipus González se despidió de
su hijo Aldo, y se fue para España a convocar a sus seguidores. Obama ‘El Gris’
pidió hablar a solas con Aldo.
―Escucha, el anillo no está en la
Estatua de la Libertad. ―Se metió la mano en el bolsillo ―El anillo está aquí.
Lo de la estatua no es más que una maniobra de distracción, mientras tú llevas
el anillo al Teide, donde ha de ser destruido.
―Pero Señor… ¿no le ve lagunas al
plan? Quiero decir… Soy un adolescente, confiarme el anillo de poder a mí es
una locura… No podré mantenerlo seguro durante mucho tiempo…
―Tienes razón ―Concluyó Obama ‘El
Gris’ ―Entonces, ve. Yo me encargaré de destruir el anillo en el Teide. Eres
libre.
―¡Pero no me puede hacer esto! Vendrán
a por mí…
―Pues quédate aquí.
―¡Pero es que entonces la
historia no va a tener gracia! ¡Necesita acción!
―Mira, vete a la mierda, niño
―Obama se dirigió hacia la puerta con su vara de mármol fino.
―¡Espera!¿ No puede usted ponerme
alguien de seguridad? Es que Florentinus Hagrid ha encontrado un trabajo aquí
como Hombre del Saco, y no va a querer venir con nosotros.
―Que así sea.