Florentinus
Hagrid era un semigigante barrigudo con mucha papada, una voz grave, y unas
gafas de pasta negras que le otorgaban un toque muy personal. Era muy amigo de
Aldo desde que sus padres se olvidaran de él cuando nació, en el hospital donde
trabajaba Floren. Hacía ya muchos años desde que Flo había llevado a Aldo de
vuelta a su casa en su triciclo mágico.
―No sé si
cabremos todos en el triciclo ―Dijo Mario.
―¡Claro que
sí! Jojojo! ―Dijo Flo con una carcajada “papanoelesca”.
Subieron al
triciclo mágico y comenzaron el camino hacia EEUU.
Cuando iban
sobrevolando las Azores, un frío intenso les inundó a todos. A lo lejos,
distinguieron que alguien les seguía. Cada se acercaba más, y más frío sentían
nuestros queridos amigos. Cuando le tuvieron cerca, vieron que… ¡Era un
dementor de Bankia! Los dementores de Bankia eran antiguos banqueros
corrompidos por el dinero, sin alma, que se alimentaban de la felicidad de la
gente. Su ataque más peligroso era dirigido hacia los bolsillos de la gente.
Aldo notó como si alguien tirara hacia fuera de su bolsillo. El dementor
absorbió todo lo que llevaba, y seguía absorbiendo, en busca del alma de Aldo,
hasta dejarle sin nada. Esa era la única función de los dementores de Bankia,
absorberte incluso el alma, hasta dejarte sin nada.
Aldo no se lo
pensó dos veces, y echó un gapo en la cara al dementor.
―¡No te meto
una hostia porque no llego! ―El dementor se achantó y se fue.
―Al parecer ya
te están buscando, Aldo ―Dijo Flo ―Será mejor que aceleremos, seguro que ha ido
en busca de refuerzos. Mientras tanto, podríais practicar vuestros patronus,
para repeler a los dementores de Bankia. Cuando sean muchos más, escupirles no
servirá de nada, pequeño Aldo.
Aldo se negó a
practicar su patronus, ya que conocía su forma, y no quería que los demás lo
viesen. El patronus de Leia tenía forma de unicornio. Era uno de los patronus
más espectaculares que Aldo había visto en toda su vida. El de Mario Bolsón
tenía forma, literalmente, de zurullo. Cuando todos vieron la, nunca mejor
dicho, mierda de Mario, se echaron a reír.
A lo lejos
pudieron distinguir que se acercaban otros cinco dementores de Bankia. Los tres
chicos prepararon sus varitas. Cada uno pensó en un momento muy feliz. Leia
pensó en todos los momentos que le había dicho “¡te lo dije!” a Aldo. Mario
Bolsón pensó en todas las veces que consiguió meter un USB a la primera. Aldo
se imaginó a Belen Esteban cayendo desde un precipicio.
―¡¡EXPECTO
PATRONUM!! ―Seguidamente, un unicornio, un zurullo y… Un momento, ¿qué era lo
otro? ¡Era una polla! ¡El de Aldo era un patronus polla!