CAPITULO 2
― ¡Hijo! ¡¿Qué
has visto?! ―Su padre, Filius Felipus González, un anterior presidente del Gobierno de Magia, se
encontraba ante él. Aldo se lo contó todo.
― ¡El anillo! ¡Buscan
el anillo!
Su padre se
desapareció, y Aldo se quedó solo en la habitación con Leia y Mario Bolsón.
―Esa Aguirre…
¡Seguro que controla a Rajoyus mediante la maldición imperius ―Gruñó Leia.
―¿Qué vamos a
hacer? ―Dijo Mario, rascándose la barriga.
―¡Tenemos que
pedir ayuda! ¡Vendrán a por Aldo! ¡Qué imprudencia la de su padre dejándole
aquí solo! ―Leia sacó de su bolso unos gorros hechos con papel albal ―Tomad,
ponéoslos, así evitaremos que contacten con nuestros pensamientos. ―En el bolso
de Laia cabía de todo. Hacía tiempo que se lo había robado a una niñera que
tuvo de pequeña. Tuvo que quemar un paraguas negro que venía, porque se volvió
loco.
―¿A quién
deberíamos pedir ayuda? ―Preguntó Aldo, mientras se ponía el gorrito para no
escuchar a Leia.
―Sólo hay una
persona en el mundo a la que Merkel no se atreve a tocar. Es el mago más
poderoso de la actualidad. Si estamos con él, no nos pasará nada ―Rezó Leia con
cara de gravedad.
―Pero está en
EEUU ― Se quejó Mario.
―Probablemente,
tú padre haya ido a hablar con él ―Dijo Leia mirando a Aldo.
―¿Qué hacemos
entonces? ―Preguntó Aldo. Leia le pegó
una colleja.
―¡Pues ir a
buscarle!
―Pero, ¿cómo
coño se supone que vamos a ir hasta EEUU, si no sabemos desaparecernos? ―Se
quejó Aldo. Leia le metió otra colleja.
―¡Aldo! Hay un
amigo tuyo que nos puede llevar, ¡Florentinus Hagrid!
―¡Es verdad!
¡Flo nos llevará hasta Obama ‘El Gris’!