Si lo lees con música, mola más.
A cierta edad llega un punto que tienes que madurar para la
sociedad. Tienes que casarte por la iglesia y tener hijos, tienes que asumir
que la ciencia ficción es para niños y tienes votar a un partido moderado, pues
has de aceptar que cambiar el mundo es imposible. Tienes que dejar de reír,
pues la gente que se lo toma todo a risa son unos inmaduros. En resumen, tienes
que olvidarte de soñar, seguir el camino correcto, el que todo el mundo espera
que sigas. No es una cuestión de lo que quieras hacer, sino de lo que debes
hacer. Pues me niego a seguir el camino correcto, yo mismo puedo labrar mi
propio camino. No necesito casarme para ser feliz porque un Dios lo diga. La
ciencia ficción es para los que somos capaces de imaginar cientos de mundos
mucho más allá de éste que todos conocemos, a quien no le guste, que me llame
inmaduro y continúe viendo su telebasura. Quien crea que el mundo no se puede
cambiar, que siga votando a los de siempre, no seré yo quien se una a ese
rebaño. Y me seguiré riendo de la vida, pues enfadarse es el verdadero signo de
inmadurez, si no te gusta algo, cámbialo; si no puedes cambiarlo, asúmelo y
deja de berrear, que igual el niño eres tú.
Yo ya he elegido mi camino. Que me llamen inmaduro, que me
llamen raro. Seguiré soñando, arriesgando, sonriendo… Y sobre todo, riéndome de
Ellos. Ellos, los que no son felices con sus vidas programadas por la sociedad,
que les dice qué música tienen que escuchar, qué programas ver y qué partido
votar. Ellos, almas que están dormidas que han dejado de soñar, hasta tal punto
que ni teniendo la enciclopedia más grande del universo en sus narices, llamada
Internet, tendrían interés alguno sobre lo que pasa más allá de su rellano.
Porque los han hecho así. Los han moldeado para que no sobresalgan. Lo han
cambiado todo para que no haya cambio.
Para que los Otros puedan seguir dirigiendo el rebaño.
Pero yo no soy Ellos. Ni quiero me que me dirijan los Otros.
Prefiero seguir soñando con el alma despierta.